![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1iczVBBXUnqdGcbBbSBy0nbvLgswhoPyJszNYBF867D-4crPOsnhbtPoOC_ecuRsBoQoaLFTt7dKe6eYn8kRS-iD_40w4veXiyPwm6zTXz2ToOnvu3SRD6Z8jvnpM7Om3gmxVcmk8OmW3/s400/heroes.png)
¿Qué piensas al oír la palabra Zúlia, Cúcuta, o Guaimaral? Quizás son nombres que se tienen en el olvido, o que lo relacionamos con un lugar en el territorio colombiano, pero no sabemos la gran historia que hay detrás de estos nombres.
Por ejemplo, al mencionar Zúlia, muchos se sumergen imaginariamente en uno de los ríos más importantes. Otros piensan en una de tantas indígenas que habitó este territorio. Pero no conocen su verdadera historia. Igual sucede con Cúcuta y Guaimaral, este último, un príncipe marinero, quien comandó expediciones en medio de caudalosos ríos.
Empecemos dirigiéndonos un poco al pasado, Zúlia es el nombre indígena de la mujer más aguerrida de la que tengamos noticia en el remoto pasado de nuestra región. En efecto correspondió a la identidad de una princesa de nación motilona, nacida en el año 1538, hija del Cacique Cinera que gobernaba una extensa región que abarcaba las geografías de los actuales municipios de Arboledas, Cucutilla, Salazar, San José de la Montaña, Gramalote del Departamento Norte de Santander, en Colombia, el cuál, ella seguiría el camino de lucha en que estaba empeñado su padre. En esas tierras habitaban parcialidades indígenas que se distinguían con los nombres de Balagáes, Rábicas, Ikotas, Mogarontos, Iskatóques y Mutiscuas. La princesa Zúlia era muy conocida entre los pueblos aborígenes de la región, por la elegancia de sus formas y la belleza física y espiritual que adornaba su persona. Nada tiene de raro esa belleza, pues los europeos que llegaron con Alonso de Ojeda en 1499 y los que vinieron con Ambrosio Alfínger en el año 1529, afirmaron que las hembras de la cuenca lacustre eran las más hermosas mujeres que habían visto en su vidas.
Aquellos pueblos vivían en completa armonía y tranquilidad. Pero a partir de 1533, con la presencia de los soldados europeos, comandados por Ambrosio Alfínger, se alteró el sosiego. Las amenazas de guerra estuvieron a cada instante incomodando esas gentes; por lo cual pidieron al Cacique Cinera, padre de Zúlia, que aceptara ser el jefe de una confederación de tribus, para enfrentarse a los invasores de raras vestimentas y con armas que vomitaban fuego, porque esa presencia era un peligro para todos los aborígenes.
Cinera aceptó y, entonces, se constituyó en verdadero conductor de pueblos: concilió, dialogó, orientó, reorganizó, etc. Sin duda un gran líder.
Vinieron tiempos difíciles, pero el duelo se interrumpió con una expedición que comandó el cacique Cinera, quien cayó en uno de los combates. Zúlia al llegar a su lugar habitual, conoció la muerte de su padre. Indagó el sitio donde cayó sacrificado en defensa de su raza y, con las ceremonias de costumbre, con que su nación honraba y sepultaba a sus hombres principales, sepultó a su padre. Pronto se rodeó de un numeroso ejército de soldados aborígenes, de valor comprobadamente temerario: ellos siguieron a su princesa incondicionalmente y juraron seguir sus órdenes para luchar hasta morir en defensa de sus derechos.
En una de sus expediciones bélicas llegó Zúlia con sus soldados a las tierras de los cúcutas, en las que gobernaba el Cacique Guaimaral, un príncipe proveniente de tierras lejanas e hijo de un legendario guerrero de nombre Marac; Guaimaral había llegado a los dominios del Cacique Cúcuta, señor de las naciones urumáes, tonchaláes y cúcutas, él era un hombre de paz, pero siempre demostró lo contrario hacia los españoles, especialmente cuando se trataba de defender la tierra. Se hizo querer por este viejo y valeroso guerrero por su conducta y dotes personales, entonces le hizo su hijo adoptivo y luego su sucesor.
Guaimaral había venido a estas regiones cucuteñas, desde la tierra de su padre Marac, navegando por el río conocido hoy como Catatumbo y también por el rió Zúlia, como se conoce en la actualidad.
Con Guaimaral hizo contacto la princesa Zúlia. Él le dio todo su apoyo y los ejércitos se dividieron en dos grandes escuadrones: uno bajo el mando de Zúlia y otro bajo el mando de Guaimaral. Ambos batallones se lanzaron en la lucha contra los europeos y cayeron sobre una población que estaba recién fundada: Salazar de las Palmas, fundada por Diego de Montes en el año 1553. En ese ataque murieron casi todos los habitantes de ese pueblo y aparentemente quedaron en paz los aborígenes: tiempo de descanso en las armas que tanto Guaimaral como Zúlia lo aprovecharon para unirse en matrimonio.
Se establecieron en el poblado Cúcuta, que había recibido el nombre del Cacique y que se levantaba a la orilla derecha del río que luego se llamaría Pamplonita.
Con el matrimonio se reforzó la federación de tribus; pero el descanso y la tranquilidad poco duraron, pues la destrucción de Salazar y la muerte de sus habitantes blancos, contrariaron al fundador de Pamplona, capitán Ortún de Velazco, quien envió contra los soldados indígenas de Guaimaral y Zúlia al capitán Pedro Alonso y su teniente Juan Trujillo, con soldados muy bien armados. Estos en 1561 salieron en plan de guerra contra los habitantes de las tierras cucuteñas, incendiando a su paso las viviendas aborígenes y asesinando a sus moradores.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7iMMHSo9YsvLvU3TYl8vZjRZuQtVOEOfCPr2DwHX-CoNmiddPbHFL9rWUnZAntfhaGDljQxbvMVReTNj4soxQG5OloSphViROnvRSdAJKsNX8z9vysf8UAxJMDzpyknZBhaXL_LIZms30/s400/RESISTENCIA0001.jpg)
Zúlia, conocedora del desplazamiento de esas tropas por la vía de Salazar, salió contra ellas, quedando Guaimaral en las tierras de su dominio preparándose para la defensa. Los europeos llegados a Salazar chocaron con los soldados indígenas dirigidos por Zúlia, los atacaron ferozmente y dieron muerte a casi todos los aborígenes, incluyendo a la princesa. Esto sucedió en la segunda mitad del año 1561.
Al conocer Guaimaral la muerte de su esposa, enloqueció de dolor y sin dirección ni esperanza, tomó rumbo hacia el norte, tal vez buscando la tierra de sus mayores. Pero la vorágine de la selva se tragó a este valeroso guerrero.
De este modo, culmina esta conmovedora y gran historia, unos héroes que sin duda dejaron un legado muy grande en nuestras tierras, y unos nombres significativos en lugares de la ciudad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario